viernes, 23 de abril de 2010

Casi como un cerrajero


El asesor legislativo Roberto Larosa no tenía casi ningún elemento consigo en el momento en que lo atraparon en un armario del despacho de Raúl Rigo, el subsecretario de Presupuesto del Ministerio de Economía. Pero lo poco que le encontraron resultó revelador: era un manojo de llaves donde estaba no sólo la de la oficina donde acababa de entrar, sino las de otras dependencias de ese mismo piso –el cuarto– y también del décimo, donde se encuentra la Secretaría de Finanzas. Las cámaras del Palacio de Hacienda lo escracharon abriendo con llave en dos oportunidades, pero tenía como para abrir varias puertas más. Las evidencias que fue juntando desde el viernes pasado el juzgado de Claudio Bonadío apuntan a que el “topo”, como lo llaman a Larosa, no estaba allí por equivocación ni por una trampa: todo apunta a que husmeaba en busca de información, fuera de horario de oficina, en lugares donde no estaba autorizado a entrar. No llevaba zapatófono y ni siquiera teléfono, pero los investigadores creen que actuaba como un superagente.

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